Comí de más, dormí de menos, bebí mucha cerveza, vi muchos jardines, colleges y demás cosas bonitas, andé y paseé mucho, tomé un par de pintas en el pub donde Watson y Crick fueron a celebrar que habían descubierto el ADN, tomé té para merendar, me hice un trillón de fotos y por supuesto... me compré libros de cocina.
Así que invadida por el espíritu de "I love England and its Queen", he decidido preparar mi muy favorita pieza de repostería inglesa: los scones, que son unos panecillos redondos, que se sirven con una crema (clotted cream) y mermelada. Si a eso le sumáis un té, tendríamos un cream tea, o lo que es lo mismo, la definición perfecta de felicidad y de decirle adiós a la dieta.
Y cómo no... os tengo que hablar de la comida. Todo conocemos el topicazo y ya nos hemos aprendido aquello de que la gastronomía inglesa no es buena y que no está precisamente entre las mejor valoradas. Pero puedo decir que comimos muuuuy bien y cosas muuuuuy ricas, y por supuesto, grandes éxitos como el fish and chips o el roast beef.
INGREDIENTES
Para 8-9 scones
250g harina de trigo
1 huevo
75g mantequilla
150ml de leche entera/nata líquida
1 cucharada y media y azúcar glas
1 cucharada de levadura en polvo
1 cucharadita de levadura de panadería seca
1 pizca de sal
Opcional: pasas, arándanos, frutos secos...
Receta inspirada en una de las recetas de scones de Nigella Lawson y en otra receta de la BBC.
1. Precalentamos el horno a 200º.
2. Justo antes de ponernos manos a la obra, sacamos la mantequilla de la nevera y la cortamos en daditos. Cuando vayamos a usarla tiene que estar fría.
3. En un recipiente añadimos los elementos secos previamente tamizados (si es necesario): harina, sal, levaduras y azúcar glas. Removemos para mezclar los ingredientes.
Añadimos la mantequilla en trocitos y con ayuda de las manos, vamos a ir amasando la mezcla con las puntas de los dedos, porque con el calor de las manos, la mantequilla comienza a derretirse y a fundirse con el resto de ingredientes. Paramos cuando tengamos la masa como si fueran migas.
4. Hacemos un hueco en el medio de la masa y añadimos la leche/nata. Comenzamos a remover (bien con las manos o con unas varillas) hasta que esté todo más o menos mezclado, que amasamos hasta obtener una mezcla blanda y firme, que no se pegue a las manos (si es necesario corregimos con cuidado con harina o leche).
No trabajéis mucho la masa, porque sino la textura del scone una vez horneado puede cambiar mucho.
5. En una superficie lisa y enharinada, aplanamos y estiramos la masa hasta que tenga un grosor de unos 1,5-2 cm.
Con ayuda de un cortapastas (podéis hacerlos de cualquier tamaño, pero lo normal es usar uno de unos 5cm de diámetro), recortamos los bollos y vamos colocándolos sobre una bandeja forrada con papel de horno. Los recortes sobrantes se juntan y amasan y volvemos a cortar.
6. Una vez tengamos todos los scones preparados para hornear, los pintamos con huevo batido o bien con un poco de leche/nata. Eso ya a vuestro gusto. Yo los pinto con huevo porque quedan más doraditos.
7. Horneamos unos 15-20 minutos. Vigilarlos porque depende del tamaño tardan más o menos en estar listos.
8. Retirar y servir templados y partidos al medio, con una buena taza de té y con clotted cream o mantequilla y mermelada.
La clotted cream es difícil de encontrar por España, por eso la opción más cercana (aunque ni se le parezca...) es la mantequilla. Si os atrevéis a hacer clotted cream casera podéis encontrar un montón de recetas en la red, simplemente lleva nata, tiempo y paciencia.
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