Para los que no conozcáis la morcilla de León, tiene una consistencia blandurria, de manera que cuando está hecha, la puedes untar en tostas, y sí, untar literalmente, como si fuera nocilla.
Empezamos la morcilla y al par de días quedaba media triste y sola y a punto de ponerse mala, así que se convirtió en croquetas.
INGREDIENTES
Aceite de oliva
Sal
200g morcilla
1 huevo
Pan rallado
3 cucharadas de harina
1 vaso de leche fría
1. Primero dejamos hecha la morcilla: en una sartén al fuego ponemos un pelín de aceite de oliva y añadimos la morcilla. Vamos desmenuzando y aplastándola con una espátula de madera hasta que esté hecha.
2. Ponemos en
una cazuela aceite de oliva y sin ponerla al fuego aún, añadimos las
cucharadas de harina y mezclamos bien todo hasta que no queden grumos.
3.
Ahora sí ponemos la cazuela al fuego y dejamos que se caliente y la
harina se haga, todo ello sin dejar de remover para que no se nos pegue.
4. Una vez terminado, volvemos a retirar la cazuela del fuego, y añadimos la leche sin dejar de remover enérgicamente y lo ponemos al fuego de nuevo.
Añadimos sal.
Si la bechamel nos queda o muy líquida o muy espesa, se trata de añadir más leche o más harina.
5. Ahora añadimos la morcilla y removemos bien.
6. Retiramos del fuego y ponemos la masa en otro recipiente.
Esperamos a que se enfríe y lo metemos en la nevera hasta el día siguiente que formemos las croquetas.
7. Pasado ése tiempo, sacamos la masa y con ayuda de una cucharilla, retiramos un poco las zonas donde más grasa se ha acumulado.
8. Con ayuda de 2 cucharadas, formamos bolas, que pasamos por huevo y pan rallado, que se fríen en una sartén con aceite muy caliente.
9. Una vez fritas las pasamos por papel de cocina para eliminar el exceso de aceite y a disfrutar!!
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